Stacklands – Nintendo Switch (Análisis)

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Pilas y pilas de cartas.
  • ¡A pensar! 9

“Stacklands” es una de las propuestas más originales que vayan a poder jugar este año. Lo que tenemos acá es un título de construcción, en el que hay que manejar a aldeanos y sus recursos para construir un pueblo, y sobrevivir. ¿Lo original? Todo se maneja con cartas que hay que apilar, combinar y en general utilizar. Es así que “Stacklands” se desarrolla no como un tradicional juego de cartas, si no más bien en algo que se centra más en la estrategia que en los combates. No se parece a nada que haya tenido el privilegio de probar antes, y ciertamente me sorprendió gratamente con lo complejo que terminó siendo.

El concepto central de “Stacklands” es engañadoramente sencillo, y es trasmitiendo con eficiencia durante los primeros minutos de juego (básicamente, en un tutorial que, felizmente, no se termina sintiendo eterno). Uno es dueño de una aldea, y tiene que utilizar todo tipo de cartas —de aldeanos, de recursos (como comida, madera o piedra), y más— para ir construyendo una suerte de sociedad que pueda sobrevivir en el tiempo. Al final de cada luna, uno tiene que alimentar a los aldeanos para que no se mueran, y en general, hay que usar de forma inteligente las pilas de cartas con las que uno cuenta para seguir adelante.

No es necesario precisar, entonces, que “Stacklands” es un juego que lo obliga a uno a pensar; a encontrar la mejor estrategia para hacer que la aldea crezca y se convierta en un mejor lugar, y la mejor estrategia para que los aldeanos no se mueran. El hecho de que todo se haga con cartas le otorga una look muy específico al juego —de hecho, es bastante novedoso para este subgénero—, pero se puede argumentar que también afecta el gameplay. Después de todo, es en la combinación de cartas donde uno va encontrando las diferentes formas de construir, alimentar, generar recursos, y en general, poder avanzar con el desarrollo de esta pequeña población.

Adicionalmente, uno también puede vender cartas para generar monedas, y usar esas monedas para comprar nuevas pilas de cartas —esto es particularmente útil, y más que nada al inicio, cuando uno se queda sin comida para alimentar a la gente. Y como no podía ser de otra forma, “Stacklands” cuenta con un sistema de batalla, en donde uno se puede encontrar con criaturas como orcos o usos, obligando a los aldeanos a pelear. Para ello, se pueden craftear armas, y mejorar las habilidades de los aldeanos para que no sean absolutamente destruidos por estos enemigos.

No obstante, y como se dijo líneas arriba, el foco de “Stacklands” no está en la pelea. El sistema de trifulcas está ahí y funciona, pero lo que verdaderamente nos importa es la supervivencia de la aldea, y la continua mejora de todo lo que se está construyendo para que destaque. En ese sentido, “Stacklands” obliga al gamer a pensar fuera de la caja para encontrar las combinaciones perfectas para obtener nuevos recursos, construir algo nuevo, o hasta preparar nuevas comidas para los aldeanos. Es casi como si uno fuese el dios de este pueblo —o al menos, el gobernador que mete sus narices en absolutamente todos los procesos que involucran a los pobladores de este lugar. Como una suerte de “Animal Crossing”, pero con un mayor foco en la supervivencia (hasta donde sé, los animalitos de aquel popular título no se pueden morir en pleno juego).

El gameplay es bueno, sí, pero felizmente “Stacklands” también hace un buen trabajo motivándonos a seguir jugando. Contamos, por ejemplo, con más de doscientas cartas para coleccionar (nada mal, y un número mayor al de otros títulos de similar corte), más de sesenta ideas para encontrar, y por supuesto, como ochenta misiones para cumplir. Sí, puede que el estilo de juego sea algo lineal, pero considerando que mucho del reto está en la supervivencia, y en la muy real posibilidad de que los pobladores sea mueran (ya sea por falta de comida, y porque son asesinados por criaturas), el que tengamos diferentes quests tiene bastante sentido. Y por supuesto, esto también ayuda a que la experiencia funcione mejor en la modalidad portátil de la Switch, donde las sesiones de juego más breves son más comunes.

A nivel estético, “Stacklands” tampoco decepciona. Sí, se trata de una propuesta bastante sencilla, pero dentro de esa sencillez, logra hacer algo bastante atractivo. Las gráficas en 2D lucen como algo ilustrado con crayolas, pero con un colorizado de look digital, como combinando lo orgánico con lo más frío. Las animaciones son previsiblemente fluidas, y en general, el juego logra combinar una estética bastante relajante con gameplay, como ya saben, de carácter tenso y emocionante. La banda sonora hace algo similar; es calmante, y contrasta perfectamente con algunos de los quests más complicados. Y como se deben imaginar, “Stacklands” corre perfectamente en ambas modalidades de la Nintendo Switch.

“Stacklands” es una grata sorpresa; un juego que, de ser descrito, podría sonar un poco soso o previsible, pero que felizmente demuestra ser todo lo contrario. Es un título que combina la estrategia con la emoción de estas construyendo algo, con una estética y banda sonora engañadoramente relajantes. El resultado final es un juego que dudo se vaya a parecer a cualquier cosa que hayan probado antes, y que felizmente logra esquivar la mayoría de clichés que muchos gamers asociamos a los juegos de cartas. Si se animan a darle una oportunidad a “Stacklands”, se encontrará con todo lo anteriormente mencionado, en un paquete poco caro, suficientemente duradero, y más original de lo esperado. ¿Qué más le podríamos pedir?

Este análisis fue realizado con un código de descarga para la eShop de Nintendo Switch brindado por Sokpop Collective.



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Pilas y pilas de cartas.
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