Fight of Gods
Pros
- Una premisa... distinta
- Buena variedad de peleadores
- Yisus está chapado
Cons
- Controles poco precisos
- Gráficas simplonas
- Pocos modos de juego
- Constantemente frustrante
- Se queda a medias
Jesucristo v. Budda. Zeus v. Sif. Amaterasu v… ¿Papá Noel?
Sé que este juego ya ha sido revisado antes en nuestra web, pero cuando me enteré de su existencia, y especialmente, de los peleadores con los que cuenta, sabía que tenía que descargar “Fight of Gods” y verlo con mis propios ojos (o jugarlo con mis propias manos).
Por si no lo sabían ya, “Fight of Gods” es un juego de peleas en donde, tal y como el nombre lo promete, uno controla a uno de varios dioses en un mano a mano. Es un juego de peleas común y corriente; el único diferencial —y la única razón por la que terminó siendo tan controversial—, está en la selección de peleadores. Después de todo, no muchos títulos le permiten a uno utilizar al Hijo de Dios, chapado, parado y sin polo, para partirle la madre a más de una deidad de otros lugares del mundo.
No, no es un juego políticamente correcto.
Sin embargo, por momentos se me hizo como una propuesta un poco blanda, también. Como si los desarrolladores supiesen que tenían una idea realmente ofensiva, que de todas maneras iba a molestar a un montón de gente, y por ende trataron de controlarse un poco. Si vas a hacer algo así de ofensivo, así de estúpido, pues hazlo bien, y hazlo al 100%. “Fight of Gods” va a media caña, obviando a varias otras deidades, y tomándose muchos de sus elementos de gameplay muy en serio, cuando la propuesta en general tenía el potencial de ser infinitamente más absurda. No me tomen a mal; “Fight of Gods” es un juego ridículo, pero no parece saberlo. Lo cual se me hace extremadamente difícil de creer.
De hecho no ayuda el que no cuente con ningún tipo de historia. El modo principal de un solo jugador es el de arcade, y aunque tratan de desarrollar una suerte de justificación para las trifulcas entre todos estos dioses, lo hacen a través de cutscenes (si es que siquiera se les puede llamar así) bastante pobres, los cuales terminan siendo más salteables que disfrutables. Fuera de eso, hay un modo Versus para dos jugadores, un modo de entrenamiento y…. no mucho más. “Fight of Gods” hace lo mínimo indispensable, como si creyese que su premisa loca y ofensiva fuera lo único necesario para atraer a un buen número de gamers (mórbidamente curiosos, por supuesto).
Algo similar se puede decir del gameplay. En términos generales, “Fight of Gods” es un juego de peleas con vista de costado súper promedio… o mejor dicho, que se encuentra abajo del promedio. Los controles son extremadamente lentos y hasta cuentan con algo de input lag, lo cual convierte a la experiencia de jugar “Fight of Gods” en una extremadamente frustrante. El modo arcade no es particularmente difícil (los únicos oponentes que se me hicieron difíciles fueron Anubis y el Jefe final, creativamente llamado… Jefe, o Boss), pero los controles hacen que salir victorioso sea mucho más laborioso de lo esperado. No hay sutilezas en “Fight of Gods”; uno solo machaca los botones, como para asegurarse de que el oponente no pueda contraatacar. Hasta los ataques especiales son decepcionantes; poco vistosos y sorprendentemente débiles y fáciles de esquivar.
No ayuda, además, que todos los personajes sean unos tanques a pedal. Y me refiero a todos. Ni siquiera los personajes aparentemente más ágiles, como Sif o Anubis, se controlan de manera fluida, lo cual resulta en combates extremadamente monótonos, donde ir de un lugar a otro, esquivar ataques, y hasta saltar, se siente lento y aburrido. Imagínense, entonces, cómo se controlan los personajes más grandes, como Zeus o… Papá Noel. Y si le suman la cantidad paupérrima de movimientos, los botones que no responden bien, y lo fácil que resulta romper combos… pues la experiencia en general de jugar “Fight of Gods” termina por aburrir rápidamente al gamer. La novedad de utilizar al mismísimo Jesucristo para repartir hostias, como dirían los españoles (je, ¿vieron lo que hice?) se torna repetitiva debido al gameplay monótono y los controles poco precisos.
El apartado técnico no está mejor. Las gráficas son básicas y simplonas, como algo sacado de un juego para móviles. Los fondos de los escenarios carecen de detalles (aunque me dio risa ver a Adán y Eva, súper blancos, súper atractivos, y en el caso de Adán, súper chapado, en el Paraíso, bailando y alentando a los peleadores), y los peleadores tienen diseños poco interesantes. Los únicos que me llamaron la atención fueron Yisus (porque usa pedazos de su cruz, puestos en sus manos con los CLAVOS, para sacarle la mugre a medio mundo… ¡dios mío!), Anubis (porque me encanta el Antiguo Egipto) y Sif (porque la física de sus senos es tan absurdamente gratuita que ni da risa). La música, por otro lado, casi ni está presente, y los personajes tienen como una o dos líneas de diálogo cada uno; realmente pobre.
Los desarrolladores de “Fight of Gods” podrían haber tomado dos caminos distintos: o hubieran podido hacer un juego de peleas realmente bueno, con gráficas atractivas, controles precisos y un buen sistema de combos, o hubiesen podido desarrollar una experiencia verdaderamente ofensiva, absurda, y que no se tomase en serio a sí misma… pero para nada. Desgraciadamente, se quedaron al medio, y por ende, nos entregaron una experiencia monótona y hasta frustrante. Debo admitir que “Fight of Gods” no está mal para reírse un rato con unos amigos —simplemente por lo estúpido que resulta ver a Yisus Craist sacarle la mugre a Santa Claus… ¡peleándose por la Navidad, quizás!—, pero nada más. Les durará un par de horas el chiste, y luego querrán pasar a algo mejor. “Fight of Gods” hubiera podido ser como el “The Room” o “Plan 9 from Outer Space” de los videojuegos, pero dudo mucho que vaya a terminar siendo así de memorable (aunque sea por las razones incorrectas).