Lil Gator Game – Nintendo Switch (Análisis)

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Van a querer ser niños otra vez.
  • ¡Solamente queremos jugar!

Lil Gator Game” es uno de los juegos para Switch más encantadores que haya probado en un buen tiempo. Puede que desde fuera luzca como una simple aventura infantil, colorida y sin mayores ambiciones, pero eso no podría estar más alejado de la verdad. Lo que en realidad tenemos acá, es un juego interesado en revivir la sensación de imaginación y sencillez que uno sentía cuando era niño. “Lil Gator Game”, entonces, no utiliza la nostalgia como varios otros juegos la han utilizado en años recientes; lo que hace, más bien, es considerarla como el elementos principal temático de su historia, como para que no realmente sienta algo de añoranza por los tiempos más simples de su vida.

Después de todo, “Lil Gator Game” tiene como protagonistas al pequeño caimán del título, y a su hermana mayor, quien ahora estudia en la universidad, y no tiene tiempo para jugar. El problema es que el Pequeño Caimán extraña jugar con ella —extraña vivir aventuras con su hermana en medio de la naturaleza, usando su imaginación. Es así que el juego termina transmitiendo temas bastante potentes relacionados a la diversión, y a cómo deberíamos tomarnos el tiempo de sentirnos como niños, de cuando en cuando, en vez de simplemente enfocarnos en nuestros trabajos o estudios. Es por eso que “Lil Gator Game” me hizo sentir algo —una mezcla de añoranza, nostalgia, y pena. No es que haya hecho que quiera volver a ser un niño… pero estuvo bastante cerca.

¿Pero qué tiene que hacer uno en el juego, entonces? Como la Hermana Mayor está concentrada en su laptop, sin querer jugar con nuestro inocente protagonista, lo que éste decide es tomar cartas en el asunto. Diseñará la aventura más interesante que pueda, para así atraer el interés de su hermana. Para ello, tendrá que convencer a varios de los otros animales que viven en las islas que rodean a su hogar, para que construyan un espacio perfecto para los juegos. Es así que uno se involucra en diferentes tareas que estos animales piden, desde abrir unas tuberías de agua, hasta salvarlos de aprietos, o ayudarlos a sembrar bien sus plantas. Suena sencillo… pero no siempre lo es.

Lo cual no quiere decir que “Lil Gator Game” no sea un juego increíblemente relajante… porque sí lo es. Sí, sí, tenemos varias misiones y cosas para hacer, pero la aventura se desenvuelve con un ritmo pausado, permitiéndole al jugador realizar las diferentes tareas en el orden y ritmo que le de la gana. Las islas son divertidas de explorar, y aunque a veces resulta un poco difícil saber qué es lo que se tiene que hacer a continuación, como este mundo abierto en realidad no es tan gigante, eventualmente uno encuentra la respuesta. “Lil Gator Game” termina siendo, pues, una excelente mezcla entre libertad y tareas muy específicas para cumplir, lo cual resulta en una experiencia consistentemente entretenida, que nunca llega a sentirse demasiado tensa o sosa.

Además, disfruté de todos los ítems que uno va a encontrando mientras juega, los cuales le otorgan bastante variedad a la experiencia. Como los protagonistas de “Lil Gator Game” son, básicamente, niños que están jugando, todos los elementos con los que pueden interactuar han sido diseñados de tal manera que parecen haber sido hechos por ellos. Por ende, los enemigos no son más que cartones inmóviles, las armas pueden ser espadas de madera, tapas de ollas que hacen las veces de escudos, o hasta piedras para lanzar. Y uno tiene que ir destruyendo toda suerte de enemigos y elementos, para ir recolectando pica pica (y basura en general), la cual puede ser utilizada para comprar mejoras. Es un sistema sencillo, pero que va muy bien con el tono y la propuesta general de “Lil Gator Game”.

Ahora bien, eso no es todo. De hecho, el juego se puede considerar como una suerte de experiencia micro del tipo “Mundo Abierto”, en donde muchas de las características de dicho subgénero (hoy en día súper popular) han sido reducidas para ser utilizadas en un título que no dura demasiado. Por ende, tenemos un sistema de stamina (mejorable) muy al estilo de “Breath of the Wild”; un ítem que nos permite flotar por los aires, y una serie de islas que pueden ser exploradas de cualquier manera. Evidentemente resultaría absurdo comparar directamente a “Lil Gator Game” con sus hermanos mayores más complejos y enormes, pero tampoco se puede negar que ha sido influenciado por dichos juegos. De hecho, el diálogo incluye suficiente contenido metatexual (y hasta referencias a “The Legend of Zelda”) como para considerar a “Lil Gator Game” como una suerte de homenaje bienintencionado a los títulos de aventura y mundo abierto AAA que se pueden disfrutar en varias consolas hoy en día.

Visualmente, “Lil Gator Game” es un juego encantador. Las gráficas tipo acuarela, compuestas de elementos con texturas sencillas y colores agradables, son simplemente hermosas —logran desarrollar a este mundo de manera atractiva, pero sin ignorar el carácter nostálgico de la narrativa. Por otro lado, no hay actuaciones de voz pero sí bastante diálogo, lo cual, además, le permite al jugador escoger su propio nombre, para que así sea llamado por todos los Personajes No Jugables (mi Pequeño Caimán se llamó Nicolas Cage… obviamente). Y aunque la música puede llegar a ser un poco repetitiva, va muy bien con el contenido del juego, otorgándole una atmósfera tranquila y alegre. Realmente no hay nada que reprocharle a “Lil Gator Game” en lo que se refiere al apartado artístico.

“Lil Gator Game” pues, es un juego sencillo y encantador, que como se dijo líneas arriba, parece ser infantil y genérico… pero que felizmente termina siendo todo lo opuesto. Muy aparte del gameplay y los controles y las gráficas (lo cual está todo muy bien), lo más importante de “Lil Gator Game” es que los hará sentir algo. No nostalgia gratuita —lo cual se encuentra en muchísimos juegos contemporáneos—, si no una potente añoranza por los viejos tiempos; por la infancia, por la inocencia, y por los momentos que recordamos con más cariño, ya sea los que pasamos con nuestra familia, o con nuestros amigos. Eso es algo complicado de generar, pero que se sienten muy natural en “Lil Gator Game”. Al parecer, el 2022 no podía terminar sin una última sorpresa inesperada (y grata).



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Van a querer ser niños otra vez.
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