Sea Salt (Nintendo Switch) – Análisis

Sea Salt nos lleva a un universo Lovecraftiano lleno de sangre, horror y muerte. Controlaremos a seres infernales que invadirán ciudades, esparcirán el miedo y destruirán todo a su alrededor. Esta entrega hecha con poco presupuesto, pero llena de pasión y amor por la industria hacen que me haya llevado una grata y enorme sorpresa al jugarlo. A continuación, les comparto el análisis de este buen juego de horror con gráficas retro para la Nintendo Switch.

Sembrando el pánico

Sea Salt cuenta la historia de Dagón, amo y señor de los océanos. Esta especie de Dios aterrorizará y castigará a todos los humanos, quienes lo desobedecieron por no mostrarle gratitud luego de haberles ofrecido recursos, riquezas y mucha prosperidad. Los hombres más valientes junto con los líderes de la iglesia tendrán que juntar sus fuerzas para combatir contra las fuerzas del mal y proteger sus tierras ante el imparable poder de este ser omnisciente.

Pese a que la historia parece tu típica narrativa de aventuras épicas, en Sea Salt no habrá un final feliz. Seremos nosotros quienes controlemos la fuerza de esta imparable bestia.

Llamando a los aliados

Para comenzar, escogeremos a un apóstol de Dagón quien tendrá la tarea de aniquilar a los humanos. Este podrá invocar monstruos malignos como enjambres y hechiceros infernales que tendrán poderes únicos y especiales.

El jugador iniciará con un aliado en particular; sin embargo, para invocar otros monstruos es necesario llenar una barra dorada de energía que se encuentra en la parte superior izquierda. Para poder tener más criaturas a tu disposición, debes acumular cierto puntaje y/o vencer jefes. Los monstruos serán presentados mediante Cartas de Tarot.

Dentro de los escenarios también se encuentran centros de invocación donde puedes conseguir más ayuda en momentos de apuro. ¡Mientras más aliados tengas, más chances tendrás de cumplir con tu propósito! La dificultad del juego no me ha parecido tan alta debido precisamente a esto último.

El jugador también tendrá la capacidad de contar con los servicios de otros apóstoles, quienes tienen habilidades y debilidades particulares. Estos podrán ser liberados luego de haber cumplido ciertos retos necesarios y/o de ganar la suficientemente cantidad de dinero durante la partida.

Guía a tus monstruos con cuidado

Los controles y la jugabilidad son realmente sencillos y fáciles de aprender. La estrategia que radica en esta entrega es que tenemos que ser capaces de rodear a los enemigos para que estos no puedan atacar y así poder ser destruidos con facilidad. Pero, cuidado, enemigos más fuertes como los jefes usarán patrones de movimiento particulares que harán que tengas que analizar cada paso que hagas y no salir derrotado.

Los niveles en Sea Salt, pese a que el juego en sí es corto, a medida que se va avanzando van presentando más enemigos, trampas y caminos sin salida para el jugador. Para pasar a la siguiente fase, el jugador deberá haber acabado con todas las personas presentes en cada fase y seguir una flecha que le indica por donde debe salir para pasar a la siguiente. Cada parte tiene un aproximado de 6 a 7 fases que concluyen siempre con un jefe final. Una vez que hace Game Over, el jugador tendrá la opción de reiniciar la última batalla y/o volver al Menú Principal. Tranquilo, la partida no se perderá y podrás volver dónde te quedaste.

Una maravilla audiovisual

Si bien ya hablé acerca de la jugabilidad, los niveles y la dificultad. Quiero hacer un hincapié especial en lo que, a mí, particularmente, me parece lo más significativo y llamativo de este juego: su apartado técnico.

Pese al bajo presupuesto que ha tenido este juego (el juego unos 6,000 aproximadamente mediante KickStarter con una meta de 5,000), el juego tiene un estilo visual que lo hace único a otras entregas de su estilo. El escoger una temática retro se puede deber a que buscan apelar a la nostalgia de aquellos jugadores de antaño que se divertían horas con juegos de monstruos y de horror como Castlevania. Sin embargo, en Sea Salt, dieron un paso más allá y crearon escenarios ricos en detalles y auténticas texturas que le dan un aporte enorme a la atmósfera de la narrativa. El contraste de colores fríos y de matices cálidas opacas les dan, asimismo, una mayor vida a los sombríos escenarios. Se siente un gran acabado artístico en los escenarios que, pese a todos los límites, es de buen nivel.

De igual modo, tanto la banda sonora como los efectos de sonido también es deleitante y convierte la experiencia en toda una aventura épica llena de acción, violencia y harta sangre.

Universo Lovecraftiano

Tanto los personajes, como los monstruos y los diálogos tienen una enorme influencia de las obras de H.P. Lovecraft (siendo Dagón una referencia a la bestia de la obra homónima del escritor), de las se ha confirmado que son del total agrado de los desarrolladores del juego. Los escenarios también son basados en los universos donde ocurren sus obras.

Conoce el universo

Para todos los coleccionistas, el juego también tiene una opción muy especial. Una vez que vayamos venciendo a jefes, liberando apóstoles y recolectando más cartas de invocación, las gráficas e información de estos serán agregados a un libro de arte interno en el que se pueden apreciar más de cerca sus diseños y también podrás saber más acerca de dónde vienen y quiénes son realmente.

En conclusión, una joyita que debes probar

Con una jugabilidad efectiva, dificultad de media a baja, controles fáciles de aprender, un sistema lineal y corto de niveles, y un gran trabajo en apartado técnico, Sea Salt es una joyita que pienso que merece ser probada. Asimismo, es otra prueba de que no importa el presupuesto y todos los límites que tengas en tu camino, si es que tienes el corazón y la pasión de hacer las cosas bien.

Sea Salt se encuentra disponible en la eShop americana de la Nintendo Switch desde el día de hoy. Tiene un peso de 1.2 GB y un costo de $14.99. ¡Muchas gracias por leer!

Este análisis fue realizado con un código de descarga para la eShop de Nintendo Switch brindado por YCYJ Games.

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