Life is Strange: True Colors – Nintendo Switch (Análisis)

59
8.6
Disfruta de lo extraño.
  • ¡Muy buen port!

Si han jugado cualquier otra entrega previa de “Life is Strange”, podrán apreciar lo que ha mejorado en este nuevo título, “Life is Strange: True Colors”, tanto a nivel narrativo como visual. Pero incluso si nunca han probado alguna de las entregas para otros consolas, es muy probable que la vayan a pasar bien con esta nueva propuesta. Después de todo, “Life is Strange: True Colors” es un juego que logra desarrollar una narrativa relativamente compleja y sorprendentemente emotiva, llena de personajes memorables y bien desarrollados que, en general, logran evitar los clichés y estereotipos que uno esperaría del género. Súmenle a eso un apartado técnico bastante decente, y “Life is Strange: True Colors” se convierte rápidamente en una de las experiencias más agradables que uno pueda tener en su Switch.

La protagonista de “Life is Strange: True Colors” es Alex Chen (interpretada por Erika Mori), quien se acaba de mudar al pequeño pueblo de Haven Springs, encontrándose con su hermano Gabe. Quien parece ser una chica común y corriente rápidamente demuestra ser algo más: resulta que Alex puede detectar las emociones fuertes de otras personas, haciendo que, además, ella misma las pueda sentir. Es así que, bajo esta intrigante premisa, se va desarrollando una historia sorprendentemente emotiva, que seguramente los hará empatizar con Alex y los demás personajes sin mayores problemas.

Menciono eso, porque a mi parecer, “Life is Strange: True Colors” tiene una de las mejores tramas que haya podido ver en cualquier juego de Switch hasta ahora. Lo que tenemos acá es una protagonista con una historia de trasfondo creíble, que resulta muy humana, tanto en sus reacciones como en sus interacciones con los personajes secundarios. Y aquellos personajes no jugables, por más de que estén basados en ciertos arquetipos, se sienten igual de verosímiles, algunos de ellos también contando con sus propias historias de trasfondo o problemas, como para que se sientan como personas reales que de verdad podrían vivir en un pueblo como Haven Springs. Se nota que los desarrolladores trabajaron bien este aspecto del juego, para que se sienta lo más inmersivo y realista posible.

Los conflictos internos de Alex están bien desarrollados, lo cual ayuda a que se convierta en una protagonista con la que resulta fácil empatizar. Quizás algunos momentos dependen demasiado de información expuesta de manera poco sutil, pero en general, “Life is Strange: True Colors” hace un buen trabajo introduciendo al jugador en el mundo de Alex a lo largo de sus diez horas (aproximadas) de duración, logrando que él o ella conecte emocionalmente con la narrativa y sus protagonistas. Claramente, “Life is Strange: True Colors” es un juego que favorece (ligeramente) la trama por sobre el gameplay, por lo que si esperaban un juego que hiciese lo opuesto, no lo encontrarán acá.

Lo cual no quiere decir que “Life is Strange: True Colors” sea un mal juego, en lo que a interactividad se refiere. De hecho, es todo lo contrario. Uno se mueve por este mundo, investigando y explorando, viendo objetos o interactuando con ellos, y conversando con los personajes no jugables. Uno de vez en cuando se puede encontrar con diferentes opciones de diálogo, además, lo cual puede terminar por cambiar dichas interacciones, y ayuda a que “Life is Strange: True Colors” se sienta un poco menos previsible. El juego no hace nada particularmente revolucionario en términos de jugabilidad, pero lo que hace, lo hace bien —los controles responden sin problemas y se sienten intuitivos, ayudando a que uno se adentre en este mundo de manera gradual e inmersiva.

Lo que sí vale la pena aclarar, sin embargo, es que “Life is Strange: True Colors” cuenta con algunos minijuegos, y no todos son buenos, desgraciadamente. Los que destacan negativamente cuentan con controles bastante malos, que no responden bien y resultan algo lentos, por lo que no vale la pena darles mucha importancia. Lo que sí resulta interesante, sin embargo, es la mecánica de lectura de emociones de Alex. Presionando el botón L, uno puede ver las emociones que los personajes no jugables están sintiendo, cada una codificada con un color distinto. Además, uno puede llegar a escuchar sus pensamientos, lo cual ayuda a contextualizar un poco dichas emociones. Es una mecánica que logra diferenciar a “Life is Strange: True Colors” de otros juegos de similar corte, y que resulta particularmente útil mientras se está avanzando con la historia.

A nivel técnico, “Life is Strange: True Colors” no me decepcionó. Sí, sí, cuenta con menos detalles y texturas más simplonas que las versiones para consolas más poderosas, pero considerando que se trata de un port para un sistema como la Nintendo Switch, no tengo demasiadas quejas. El estilo artístico es vistoso, las animaciones faciales son complejas y suaves como la mantequilla, y el juego corre a 1080p en la televisión, y a 720p en la modalidad portátil de la Switch, a 30 cuadros por segundo (bastante consistentes). “Life is Strange: True Colors” es un juego muy atractivo, que a pesar de haber sido porteado a una consola relativamente poco potente, igual sigue viéndose muy bien.

Realmente la pasé bien con “Life is Strange: True Colors”. Lo que tenemos acá es un juego de aventuras con personajes bien realizados y una trama interesante, y con gráficas vistosas y un desempeño técnico muy decente. Es verdad que no se trata de una experiencia particularmente larga o que vayan a querer jugar varias veces seguidas, y que ciertas explicaciones narrativas son demasiado obvias, pero aquellos defectos no son lo suficientemente graves como para arruinar la experiencia en general. “Life is Strange: True Colors” me sorprendió gratamente, y espero que haga lo mismo con la mayoría de jugadores que se animen a probarlo en la Nintendo Switch.

Este análisis fue realizado con un código de descarga para la eShop de Nintendo Switch brindado por Square Enix.



8.6
Disfruta de lo extraño.
  • ¡Muy buen port!
Comentarios
Loading...