Backworlds – Nintendo Switch (Análisis)

“Backworlds” es un juego de puzzles bastante adorable, pero más importante, creativo. Lo que tenemos acá es una experiencia que invita al gamer a seguir jugándolo, involucrándolo en puzzles muy originales centrados en la utilización de la física, los fondos, la pintura, y más. Es un concepto que quizás no suena muy atractivo cuando se explica con simples palabras —por más de que eso sea precisamente lo que estoy tratando de hacer con este texto—, pero que al jugarse, simplemente… funciona. Desarrollar una puzzler que se sienta bien no es fácil, pero eso es justamente lo que la gente de Logic Ember Limited ha logrado con “Backworlds”.

Uno controla a una figura que parecer ser un… ¿gato?… de dos colas. Realmente no importa. Lo que importa es que maneja una estética bien “hecha a mano” (o “hecha por un niño o una niña”), y que se puede desenvolver en varios niveles, tratando de resolver puzzles muy creativos de manera libre. No hay contexto, pero tampoco es que lo necesite —“Backworlds” es el tipo de juego que no requiere una historia, y por ende, uno jamás termina extrañándola. De hecho, hay ciertos contrastes en lo que se refiere al uso de color y las diferencias entre los elementos frente a cámara y los fondos, que podrían contarnos una historia. ¡Pero eso ya dependerá de la interpretación que cada jugador le de a “Backworlds”! (Pensándolo bien, el título del juego, si lo traducen, es una pista interesante…)

La cosa, entonces, es que uno puede mover al personaje entre dos dimensiones (o planos de profundidad) paralelas, utilizando el stick derecho como una suerte de pincel. Y lo divertido de “Backworlds” es que no es un juego lineal; uno se puede acercar a cada puzzle en el orden que quiera, decidiendo cuál preferiría resolver primero. Esto le otorga una sensación palpable de libertad al juego —es verdad que hay varios niveles (cada pantalla es un nivel distinto, básicamente), pero todos están interconectados, y uno simplemente puede ir yendo de uno en uno, completándolos como quiera y en el orden que quiera. Francamente, se siente refrescante, y más original de lo que esperaba inicialmente.

Ahora bien, por más de que uno pueda ir cambiando de puzzles si es que se atraca con uno en particular, por ejemplo, sí es cierto que varios son más difíciles que otros, por lo que, dependiendo de las habilites de cada jugador, puede ir mejorando gradualmente para ir completando los retos más complejos. No es que haya una curva de aprendizaje o de dificultad per se; es casi como si uno tuviese que ir descubriendo su propia curva, viendo qué puzzles le resultan más fáciles y cuáles le resultan más difíciles. En ese sentido, “Backworlds” se siente casi como una experiencia que el mismo jugador va diseñando a su propio ritmo, lo cual, en un título perteneciente a este género, no es una decisión muy común que digamos. ¡Pero funciona!

Adicionalmente, disfruté la manera en que las dos dimensiones paralelas fueron usadas para efectos del desarrollo de los diferentes puzzles —de hecho, eso es lo que hace que “Backworlds” se vaya haciendo cada vez más retador. Uno puede resolver puzzles utilizando un sistema de gravedad, por ejemplo, o más importante, el pincel, cuyo tamaño puede ser modificado para pintar ciertos ambientes, o quitarles el color. Nuevamente; puede que al leerse no quede muy claro, pero la libertad que le otorga “Backworlds” al jugador también se siente en esta mecánica en particular. No hay límites para el uso del pincel, y por ende, también contribuye al desarrollo de la curva de aprendizaje de cada jugador.

No obstante, vale la pena mencionar que “Backworlds” sí cuenta con una suerte de mecánica de progreso; por cada puzzle que uno resuelve, obtiene un poco de color, y al recolectar suficiente color, uno se puede enfrentar a un Jefe. Esto último, además, se desarrolla de manera muy similar al resto del juego —no es que uno pelee contra el Jefe. Más bien, los Jefes en sí son también parte de un puzzle, por lo que uno tiene que resolverlos para poder derrotarlos. “Backworlds” cuenta con una identidad muy propia y muy específica, y por ende, nunca llega a traicionarla, nu trata de convertirse en algo distinto o más convencional. Honestamente, eso es algo digno de admirar, ya que desarrolladores menos valientes hubieran tratado de incluir enfrentamientos más tradicionales como Jefes, por ejemplo.

A nivel audiovisual, “Backworlds” no está del todo mal. Sí, sí, es un juego indie, y por ende, no utiliza gráficas poligonales muy completas ni nada por el estilo. Pero al ser mecánicamente tan original, cuenta con una estética que complemente al gameplay a la perfección. De hecho, se trata de un juego muy adorable a nivel visual, con diseños memorables, y una utilización del color —y de elementos en blanco y negro— que resulta muy vistosa, Y que ayuda a diferenciar a ambas dimensiones paralelas. La música, por otro lado, es cumplidora, y el juego corre sin problemas en ambos modos de la Nintendo Switch (¡y hasta puede ser jugado con controles giro!).

“Backworlds” es de los juegos menos convencionales pero más adictivos que haya podido probar en la Nintendo Switch; es un título que no se conforma con repetir formulas o desarrollas experiencias choteadas. Más bien, hace lo suyo propio, entregándonos una experiencia que resulta fácil de entender, pero que felizmente no se siente igualita a otras que hayamos podido tener antes. Audiovisualmente encantador, y mecánicamente muy bien pulido, “Backworlds” es un juego de puzzles ligeramente frustrante, que sin embargo le otorga tanta libertad al jugador, que resulta prácticamente imposible quejarse de sus puzzles más complicados. Los fanáticos de este género quedarán encantados con “Backworlds”, pues, y los demás, probablemente se encontrarán con un título que jamás se hubieran podido imaginar que disfrutarían tanto.

Este análisis fue realizado con un código de descarga para la eShop de Nintendo Switch brindado por Skymap Games.

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