Katamari Damacy REROLL – Nintendo Switch (Análisis)

51

Calificación

eShop
Precio $29.99
8.7
  • Gráficas
  • Sonido
  • Gameplay
  • Controles
  • Historia

Si han jugado alguno de los títulos de “Katamari Damacy” antes, sabrán exactamente a qué me refiero cuando digo que son extremadamente tostados… y japoneses. No es una franquicia centrada en el realismo, precisamente, si no más bien una expresión muy particular de creatividad, que quizás no es del gusto de todos los jugadores, pero que ciertamente destaca por su originalidad. Es por eso, precisamente, que da tanto gusto jugar algo como “Katamari Damacy REROLL” en la Nintendo Switch; representa, pues, el regreso de esta conocida saga de culto, esta vez en HD, y con opciones de control bastante interesantes.

Lo que tenemos acá, pues, es una nueva versión del título original que salió para la PlayStation 2 hace casi 18 años (sí, en serio), pero que felizmente no se siente como una propuesta anticuada, ni mucho menos. Y lo crean o no… ¡cuenta una historia! Uno controla al Príncipe del Cosmos quien, luego de que su padre, el Rey del Cosmos, termina barriendo con todas las estrellas del espacio, ahora se tiene que dedicar a recuperarlas… o mejor dicho, reemplazarlas. Es una historia, pues, que termina siendo más abstracta que otra cosa, y que no es más que una excusa para desarrollar un estilo de gameplay muy particular (así como interacciones frecuentemente hilarantes con el Rey ya mencionado).

¿A qué me refiero? Pues si no lo saben ya, en “Katamari Damacy REROLL” uno tiene que controlar a una pelota, utilizándola para arrasar con todos los ítems posibles, para que se peguen a ella y vaya creciendo. Mientras más grande se haga la bola (y felizmente el HUD te va diciendo su tamaño con precisión), más ítems grandes puede ir recogiendo uno, y por supuesto, acumulando un high score para mantener contento al Rey. El sistema de física es bien importante en la experiencia de “Katamari Damacy REROLL” —el tamaño de la bola dicta el tipo y tamaño de ítems que uno puede recoger, sí, pero por ejemplo, si se le pega un objeto largo (como un lápiz), puede terminar afectando la manera en que se controla y se mueve por el mapa. Suena sencillo —y nuevamente, bastante tostado—, pero tiene sentido mientras se juega.

Los controles son tipo twin-stick, y considerando que nunca fui un experto en este tipo de juegos, debo admitir que me demoré un poco en acostumbrarme a ellos. Sin embargo, al final del día, funcionan bastante bien, y contribuyen a la sensación de precisión tan característica de la franquicia. Uno tiene que utilizar ambos sticks para mover la pelota —a través del Príncipe, quien la controla—, y el stick derecho para ajustar su posición. Uno también puede dar vueltas inmediatas, saltar, y en general, controlar de manera bastante precisa al protagonista. No es un estilo de gameplay muy tradicional que digamos, pero para efectos de lo que uno tiene que hacer —arrasar con ítems de manera cuidadosa, siempre teniendo en cuenta cuáles puede agregar a la pelota, y cuáles no—, cumplen muy bien su cometido.

Ahora bien, siendo la Switch la consola de la que estamos hablando, vale la pena mencionar que “Katamari Damacy REROLL” incluye controles de movimiento¡y funcionan muy bien! Ahora, me animaría a decir que estos controles son perfectos para los jugadores más casuales, o quienes no estén buscando una experiencia demasiado exigente. Esto se debe a que se sienten menos precisos que los controles clásicos —lo que uno termina haciendo es mover ambos Joy-Cons de manera simultánea, lo cual tiene sentido, especialmente en comparación a los controles tipo twin-stick—, pero hace que, por momentos, sea un poco difícil controlar a la pelota. En pocas palabras: es más fácil chocarse y perder algunos de los ítems pegados en la pelota con estos controles, por lo que si buscan romper récords de puntaje, está mejor que se queden con los controles convencionales.

Evidentemente, el modo de historia —llamado Make a Star— es el principal; es ahí donde uno termina teniendo la mayor cantidad de interacciones con el Rey, quien se dedica a juzgar las bolas que uno termina creando. Cuenta, además, con un hub, el cual sirve, más que nada, para guardar el progreso —hubiese sido genial que “Katamari Damacy REROLL” incluya un sistema de auto-save más moderno, pero desgraciadamente ese no es el caso. ¡Así que no se olviden de guardar! Adicionalmente, también hay un modo llamado Score Attack —en donde uno tiene que tratar de romper récords de puntaje—, así como un modo Endless, en donde uno puede jugar cuanto tiempo quiera sin estresarse por limitaciones de tiempo o gameplay.

A nivel técnico, “Katamari Damacy REROLL” es un juego bastante encantador. A diferencia de otros títulos de la época del PlayStation 2, no ha envejecido mal, precisamente porque nunca trató de ser realista o serio. La estética que maneja, extremadamente japonesa y excéntrica, con gráficas estilo low-poly y un sentido del humor muy particular —tanto en el diseño de los personajes como de los mapas—, hace que esta versión en HD luzca simplemente genial. La música, adicionalmente, es increíblemente pegajosa —no podrán sacarse el tema principal de la mente por un buen tiempo—, y como se trata de un juego más o menos “antiguo” (pero en HD), “Katamari Damacy REROLL” corre sin mayores problemas tanto en el modo portátil de la Nintendo Switch, como en el dock para televisión.

“Katamari Damacy REROLL” es un todo un deleite —un juego que parece estar interesado solamente en divertir, sin darle demasiada importancia a la historia o a los personajes o siquiera a la coherencia estilística. Irónicamente, sin embargo, es precisamente por eso que el juego termina sintiéndose tan único —como una propuesta que solamente hubiera podido ser desarrollada de esta manera. Los controles son precisos —y los motion controls funcionan bastante bien—, la cantidad de modos de juego es satisfactoria, las gráficas han envejecido muy bien y lucen encantadoras en HD, y en general, “Katamari Damacy REROLL” termina siendo extremadamente entretenido, por más de que no tenga mucho sentido. ¡Pero no importa! Olvídense de la lógica, y simplemente disfruten de esta experiencia tostadísima y adictiva. No se arrepentirán.



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