Legendary Eleven (Nintendo Switch) – Análisis

25

Legendary Eleven

$9.99
6.3

Dificultad

8.0/10

Gameplay

5.0/10

Sonido

7.0/10

Gráficos

7.5/10

Controles

4.0/10

Pros

  • Encantadoras gráficas
  • Buen sonido
  • Concepto lleno de potencial
  • Gran cantidad de equipos

Cons

  • Gameplay fallido
  • Controles imprecisos
  • Muy desbalanceado
  • A veces injusto

Nunca he sido muy futbolero; no estoy particularmente emocionado por el mundial, y nunca he tenido la costumbre de ver partidos en la TV, ir al estadio, o jugar el Bello Deporte con amigos o familiares. No obstante, siendo un gamer, sí tengo cultura de videojuegos de fútbol; como cualquier otro peruano, he disfruto mucho de las incontables entregas de PES (antes Winning Eleven) y de FIFA. Pero siendo honesto, siempre preferiré los juegos más caricaturescos, más exagerados, como Super Mario Strikers. Sí, son menos serios y no cuentan con licencias de equipos de la vida real, pero como no me importan mucho los jugadores verdaderos, esto no impide que me pueda divertir. De hecho, estos títulos son, generalmente, más divertidos y jocosos, y sirven muy bien para tener retas de fin de semana.

Es por todo esto que estaba bastante emocionado por probar un título como Legendary Eleven, cuyo mayor atractivo está, precisamente, en sus cualidades más casuales; las gráficas caricaturescas y el gameplay más relajado. El hecho de que también sea una celebración de los jugadores clásicos de la historia del balompié también puede ser un gran atractivo para ciertos gamers, pero para este, el chiste está en cómo se juega y cómo luce. Después de haberme enviciado bastante con el —decente— FIFA 18 para la Nintendo Switch, Legendary Eleven debería servir como un gran respiro, especialmente en comparación a propuestas más complejas y de cualidades más modernas.

Desgraciadamente, Legendary Eleven es una decepción. No me animaría a decir que se trata de un mal juego; hay demasiadas buenas intenciones detrás de él como para afirmar eso. Pero a la vez, no puedo evitar sentir que todo su potencial no fue aprovechado, que pudo —o mejor dicho, que debió tener mejor gameplay y más opciones de juego, y que debió estar más pulido. No puede ser que un título como el gran Sega Soccer Slam, para la Nintendo GameCube (¡cuántas horas me divertí con ese juego cuando era púber!), un juego que tiene más de quince años, esté mejor construido y resulte estar mejor balanceado. Uno asumiría que luego de tantos años de progreso tecnológico, un producto contemporáneo sería superior… pero uno estaría equivocado.

En teoría, Legendary Eleven es un regreso a la era dorada del fútbol, haciendo uso de jugadores clásicos y de gameplay más sencillo, menos complejo y más enfocado a la diversión pura que a la precisión respecto a alineamientos y tácticas del mundo real. Es un objetivo loable, el cual, lamentablemente, no ha sido particularmente bien implementado. Una cosa es que el juego busque ser más sencillo, pero otra es que no funcione como debería, o que uno sienta que los jugadores no responden muy bien a los controles, o que las tácticas que uno trata de emplear simplemente no funcionen, no porque uno esté jugando mal o cometiendo errores, si no porque el juego no las termina de registrar bien. Pues eso es precisamente lo que sucede en Legendary Eleven.

El gameplay, en general, no se siente demasiado fluido. Los pases varían entre jugadas demasiado automatizadas —uno siente que no tiene control de los movimientos— y otras que, por alguna razón, simplemente no hacen lo que uno les ordena. ¡A veces lo pases atraviesan a otros jugadores! Los disparos cargan demasiado —y pausan el juego de manera innecesaria— y los pases cruzados funcionan solo algunas veces. Los tacleos, por otra parte, pueden ser interrumpidos desde cualquier posición, por lo que no tiene mucho sentido usarlos. Entiendo que la propuesta de Legendary Eleven sea más fantasiosa, pero debería funcionar bajo un número de reglas preestablecidas que tengan sentido; tristemente, eso no es lo que sucede debido a la manera en que ha sido programado.

Adicionalmente, aunque en general no se trata de un juego difícil de entender —nuevamente, es infinitamente más sencillo que cualquier FIFA o PES, especialmente para jugadores casuales— hubiera agradecido que incluyan algún tutorial, por muy breve que sea. Hay formas de gameplay, por ejemplo, como los tiros libres, que no se ejecutan de manera particularmente intuitiva, y como el juego nunca le explica a uno como utilizarlas, uno tiene que ponerse a adivinar en medio partido. Es cierto que las pantallas de carga muestran algunas pistas, pero pasan tan rápido que uno no tiene ni tiempo para leerlas (en todo caso, esto no está del todo mal; quiere decir que los tiempos de carga no son muy largos). Es impresionante el que un título como este pueda ser muy simple y, a la vez, muy críptico, pero ese es el caso de Legendary Eleven.

Además, también existe un problema de balance. Entiendo que los equipos estén basados en alineamientos de la vida real —uno puede escoger entre equipos de todo el mundo, o de entre un grupo de la Copia Mundial—, pero hay demasiado desbalance entre ellos, por lo que si uno comienza Legendary Eleven jugando con un equipo regularón y tiene un partido con uno superior, es extremadamente probable que vaya a perder, por más experto que sea uno al jugar. No hay nada más injusto en un videojuego; cuando depende más de sus características internas, que de las habilidades del gamer.

A nivel técnico, Legendary Eleven está bastante bien. Las gráficas, como he mencionado líneas arriba, son caricaturescas y coloridas. Las animaciones son fluidas, y las locaciones —es decir, los estadios— lucen bastante bien. El único pero que tendría respecto a las gráficas es que a veces las camisetas no se distinguen bien; o mejor dicho, que algunos equipos no se diferencian mucho de los otros, especialmente cuando usan el mismo color de camiseta. El audio es cumplidor —nada más y nada menos— y el juego corre bastante bien (en términos de frame rate, al menos) tanto en el modo portátil de la Nintendo Switch, como en el dock para TV.

Especifico lo del frame rate, porque el juego tiene una buena cantidad de glitches, lo cual lo convierten en una experiencia bastante errática, especialmente si se prueba de a dos jugadores. Ahora bien, cabe recalcar que los desarrolladores están conscientes de la presencia de estos bugs, y han prometido arreglarlos en un patch que planean sacar pronto, por lo que no vale la pena enumerarlos. Espero que con el patch, Legendary Eleven se convierta en una experiencia bastante menos fallida, al menos en lo que se refiere a performance técnico.

Legendary Eleven es un título con mucho potencial, un videojuego de fútbol que trata de ser lo que otros juegos, como Super Mario Strikes o Sega Soccer Slam, fueron en el pasado, pero sin llegar a ese nivel de calidad. Sí, trata de entregar una experiencia más estilo arcade, pero sus problemas de gameplay y de controles son demasiado grandes como para ignorar: Legendary Eleven es injusto por momentos, muy inconsistente a nivel de controles, y en general, bastante desbalanceado. Súmenle a esto la gran cantidad de bugs —los cuales, repito, serán arreglados en un futuro patchy sus encantadoras gráficas definitivamente no puede salvar la experiencia en general. Realmente quería divertirme con Legendary Eleven; desgraciadamente, y aunque no es terrible, me resultó muy difícil hacerlo en su estado actual.

Este análisis fue realizado con un código de descarga para la eShop de Nintendo Switch brindado por Eclipse Games.

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